domingo, 16 de diciembre de 2007

El costo político de la coherencia

Luis-Fernando Valdés

Hace un par de semanas, en España ocurrió un suceso que removió a tanto a la clase política como a los ciudadanos de a pie. Mercedes Aroz la Senadora más votada en la historia de la cámara alta española, de filiación socialista, anunció su conversión al cristianismo y el abandono de su escaño, por incompatibilidad con la actual política de su partido. Curiosamente este hecho no tuvo tanto despliegue mediático. Ahora le damos espacio, porque vale la pena resaltar la coherencia de vida que exigimos a los políticos.
Este caso es digno de ser contado con cierto detalle. La Senadora Aroz fue marxista ortodoxa durante décadas, se afilió al Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en 1976, y provenía de una formación de ultraizquierda, la Liga Comunista Revolucionaria. En el Partido Socialista de Cataluña (PSC) formó parte de la dirección política 18 años y del Comité Federal del Partido Socialista Obrero Español (PSOE). En otros palabras, la Sra. Aroz era un exponente serio de una ideología que no solamente es atea, sino abiertamente anticatólica. Es muy fuerte que una persona tan metida en el socialismo declare abiertamente que cambia su ideología, y se hace católica.
Ha sido una gran sorpresa. Algunos se han preguntado qué la llevó a dejar una posición cómoda. Un diario digital español declaraba: “¿Cuántos pensarán que Mercedes Aroz es una ‘pirada’ [loca]? ¿Dejar un puesto de poder y sueldo en un partido que gobierna Barcelona, Cataluña, España? ¿A cambio de qué?” (www.forumlibertas.com). Son preguntas fuertes, pues en la política actual, parece que los intereses personales y de grupo, como el dinero, el poder, la ideología, pesan más que las necesidades del espíritu y que los reclamos de la conciencia.
La misma Mercedes Aroz explica que las razones para su conversión religiosa fueron la búsqueda del sentido profundo de la existencia, el deseo de encontrar la verdad sobre el ser humano, que ni la ciencia experimental ni la ideología alcanzan a explicar. Aroz lo explicó así en sus declaraciones a Europa Press: “He querido hacer pública mi conversión para subrayar la convicción de la Iglesia católica de que el cristianismo tiene mucho que decir a los hombres y mujeres de nuestro tiempo, porque hay algo más que la razón y la ciencia. A través de la fe cristiana se alcanza a comprender plenamente la propia identidad como ser humano y el sentido de la vida”.
La conversión de esta conocida Senadora española tuvo un “costo político”: el final de su carrera parlamentaria. Es muy admirable que ella pone en primer lugar sus convicciones y su conciencia a su propia carrera. “Mi actual compromiso cristiano me ha llevado a discrepar con determinadas leyes del Gobierno que chocan frontalmente con la ética cristiana, como la regulación dada a la unión homosexual o la investigación con embriones, y que en conciencia no he podido apoyar. En consecuencia se imponía la decisión que he tomado”, afirmó en un comunicado de prensa.
El caso de Mercedes Aroz trae al foro de la reflexión política un factor presente en los clásicos griegos y ausente en nuestros días: que la actividad gubernamental y legislativa debe estar en contacto directo con las necesidades espirituales del hombre, y no limitarse sólo al desarrollo económico. Nuestro País requiere hoy mismo hombres y mujeres de altos ideales espirituales y humanos, que no abdiquen de sus principios en el cabildeo parlamentario, ni que vendan sus conciencias en las negociaciones legislativas.
Correo: lfvaldes@prodigy.net.mx
www.columnafeyrazon.blogspot.com

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