domingo, 22 de diciembre de 2013

¿Aún tiene sentido la Navidad?

Año 9, número 450 !!!
Luis-Fernando Valdés

Primera Navidad del Papa Francisco. ¿Qué piensa de ella el Santo Padre? ¿Le encuentra un sentido a la Navidad? El Pontífice lo declaró recientemente: cree en la cercanía y la ternura de Dios.

Recientemente, el prestigiado vaticanista Andrea Tornelli tuvo un coloquio con el Papa, en el que le pregunta sobre la Navidad, junto otros temas como el hambre en el mundo y el sufrimiento de los niños (15 diciembre 2013). [Entrevista completa]

El periodista italiano primero le preguntó al Sucesor de Pedro sobre qué representa la Navidad para el Pontífice, y luego lo cuestionó sobre qué le dice esta celebración al hombre de hoy. Francisco respondió que esta fiesta significa para él “contemplar a Dios que visita a su Pueblo”.

Para el Papa, la Navidad “es el encuentro con Jesús”. Explicó que “Dios siempre ha buscado a su Pueblo, lo ha guiado, lo ha cuidado, ha prometido estar siempre cerca de él”. Por eso, esta festividad “es el encuentro de Dios con su Pueblo”, y es también “una consolación, un misterio de consuelo”.

Francisco le hizo una confidencia personal a Tornielli. Le contó que muchas veces después de la Misa de gallo, ha pasado horas solo, en la capilla, y que ahí ha experimentado un “sentimiento de profundo consuelo y de paz”.

Luego el vaticanista hizo una pregunta importante: ¿qué le dice la Navidad al hombre contemporáneo? La cuestión es importante, si tenemos en cuenta que hoy mismo la descristianización de Occidente es grande, de modo que esta fecha para muchas personas ya no tiene un significado religioso.

El Santo Padre apuntó al corazón del problema, pues respondió que la Navidad le ofrece al ser humano llenarle dos necesidades vitales, existenciales, como lo son la esperanza (una visión de futuro) y la ternura (el afecto presente).

En efecto, Francisco contestó que la Navidad “nos habla de ternura y de esperanza”. El Nacimiento de Jesús, Dios hecho hombre, “nos dice dos cosas”. “La primera es: tengan esperanza”. “La segunda: no tenga miedo a la ternura”.

Y explicó que ambos aspectos son claves para la reforma espiritual de la Iglesia Católica: “cuando los cristianos se olvidan de la esperanza y de la ternura, se convierten en una Iglesia fría, que no sabe adónde ir y pone sus riendas en [manos de] las ideologías, en los comportamientos mundanos”.

El Santo Padre explica que no se trata de un mero sentimiento emotivo, sino que es un reflejo de la actitud de Dios hacia los humanos: “La sencillez de Dios te dice: sigue adelante, yo soy un Padre que te acaricia”.

Y añade: “tengo miedo cuando los cristianos pierden la esperanza y la capacidad de abrazar y acariciar”; es decir, cuando no entienden la cercanía de Dios y, por eso, no la pueden reflejar: no son capaces de mostrar a los demás el amor de Dios.

Si observamos con atención, el mensaje de Navidad del Papa no son sólo sus palabras sobre la esperanza y la ternura. Más bien, el mismo Francisco es el mensaje viviente: él es Pontífice de la ternura, del cariño a los enfermos y a los pobres.

En él vemos que sí es posible imitar a Cristo y, por eso, él mismo se ha convertido en motivo de esperanza. En sus gestos de ternura observamos que así debe ser la cercanía de Dios hacia nosotros.

Hoy la esperanza en Cristo tiene un rostro: es el Papa Francisco, que ha sido capaz de traducir la ternura de Dios en cercanía con la gente, creyente o no, sanos y enfermos, con los migrantes y marginados. Éste es el mensaje de esperanza y el mejor regalo de Navidad. ¡Felices fiestas!


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